A solas, por Raúl Delgado.

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"bonares"




"Vivencias"
Raul Delgado G.

A solas te quedas, a pesar de tu historia, esa de vieja leyenda que cuenta que creciste donde hubo un almendro, que nadie conoció, junto a viñas, campo y tierra, de un pueblo que sabe de ti, como tú sabes de él. Historia ligada a una aparición divina, que algunos conocen, que nadie afirma, que muchos creen y nadie confirma.

A solas te veo, a solas tras el umbral de tu puerta. Purifica mi alma tu agua bendita, el signo, la Cruz.  Oscura la estancia, pequeños los rayos de sol que se cuelan por tus vidrieras, suficientes para mostrar el camino para escuchar a tu vera, la historia que cuentan catorce azulejos, historia de una muerte decidida, eterna hasta el fin de la vida.

Crujen las maderas del techo, como la agonía del sediento y te preguntas porque la soledad es tan larga en tu agonía, de no cobijar bajo tu amparo a una madre a la amanecía. Cruje la puerta, que también alocada se pregunta en su adentro donde están esos niños que con su protección cobija.

Calla el ruido de día y en las pechinas de tu bóveda escucho pasajes históricos, habla Cristo a San Juan en la última cena, no renuncia a su Fe Santiago antes de su degollación y San Juan antes su martirio y se escucha a Santiago en el furor de la Batalla de Clavijo. Calla el ruido de noche y junto a un camarín desolado y frío, escucho la petición de Santa María Salomé a Cristo en favor de sus hijos Juan y Santiago, comprendo la visión de San Juan en Patmos y me cuentan la aparición de la Virgen a Santiago a orillas del Ebro.

Ni terremotos, ni vendavales, ni fuertes tormentas pudieron contigo, tu que fuiste levantada por el amor y el fervor, a ti que te fueron construyendo con la riqueza de los más pobres. Continúas donde siempre, esperando, refugiando.

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"ermita bonares"
Pinturas murales que están apareciendo en los muros de la ermita.

Sin saber por qué, tal vez tú si lo sepas, a tu piel le borraron pinturas murales que te hacían singular. Algo que ya no veremos más y ahora, el destino caprichoso, está queriendo que de nuevo, esa piel blanca como la cal, se te vuelva a caer y tras ella, nos muestras grabados en tu pared, así como símbolos y cruces de un pasado diferente.

En estos días, que sabes que son menos de cuarenta, voy a verte, así puedo mejor contemplarte. A solas no te quedas, hablo contigo. Te escucho hacer las cuentas, del día que queda para la vuelta. Te contemplo así y repaso  tu camino, desde las vidrieras hasta la puerta, del atrio a la bóveda, de la puerta al altar. No están ellos, lo sabemos. Ya queda menos.  La ermita aguarda al día de todos los Santos, sabe que es el día del comienzo, de volver a tener a quienes habitan su casa, la casa de todos, la casa más importante de Bonares, donde tienen cabida todos sus hijos y aquellos a los que como al que a esto escribe, le siguen llamando forastero.