El Pali, por Raúl Delgado.

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Calle El Pali de Bonares

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“El Pali”

Aquella mañana, mi padre me llevó a Triana. Tenía que hacer un reportaje fotográfico para un nuevo disco de “El Pali”. Fue allí donde conocí a este señor, apenas tenía este que escribe, unos once años. Siempre lo recordaré con sus gafas de culo de botella y cuando acudíamos a su casa del barrio del Arenal, era fácil verlo en la acera, sentado al revés en su silla de enea.

Calle El Pali de Bonares
Calle El Pali de Bonares

Su nombre, Paco Palacios (apodado “El Pali” desde su juventud ya que era fino como un palillo, juventud donde practicó la carrera de fondo y el cross). Trovador con mayúsculas de su tierra y quien a todos recordara que Sevilla tuvo una niña y le pusieron Triana, la bautizaron los gitanos de la cava, siendo su padrino la Torre del Oro y su madrina la Giralda.

Sus letras eran la historia de una ciudad llena de vida y en ellas se daban cita feriantes, vendedores ambulantes, el recuerdo de “Vicente el del canasto” o aquella letra de “Una tarde de Miércoles Santo”. Igual se arrancaba por saetas, flamenco o sevillanas, relanzando estás ultimas.

No solo era cronista de su ciudad, sino que también organizaba recitales benéficos para la ayuda a los más necesitados. Allí donde hacía falta, aparecía con su inseparable guitarra.

Defensor a ultranza de la Sevilla más pura y añeja, la del Rocío, los corrales, el café cantante, el cine mudo, la murga, las mañanas de Corpus Christi e Inmaculada, las cruces de mayo… Entre sus sevillanas, dedicó incluso letras a la muerte, dejando escrito: “…el día que yo me muera que no me llore Sevilla, que no me llore Triana, que no llore el Baratillo”.

Este viernes día veintiuno de junio, se cumplen veinticinco años de su fallecimiento. Vaya desde aquí mi recuerdo a aquel que mostró la Sevilla más auténtica, aquel que en Bonares (hay una calle con su nombre) se hace presente cada mes de mayo, cuando entre las flores de sus balcones, suena aquella sevillana que compusiera en 1982: