La Plaza de España por Raúl Delgado.

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La plaza en el verano de 1961.
La plaza en el verano de 1961.
"Vivencias"
Raul Delgado G.

Aunque lleve el mismo nombre de aquella que hiciera mención aquel Niño un año de ventolera: “Recuerdo que era Mayo por la Plaza España…recuerdo que mis manos y mi cuerpo temblaron cuando me miraste…”, no es de este bello rincón del que hoy les hablo, porque hoy mis palabras, las frases que pronuncio hablan de otra plaza, con el mismo nombre, no de Cai, si de Bonares.

A esta podemos llegar bajando del cielo, por una calle que lleva el nombre de esa Mujer, Santa María Salomé que habitando allí espera nuestra visita.

Plaza rectangular trazada a la antigua usanza, de doce palmeras y custodiada por dieciséis extrañas criaturas, que siempre alertas, siempre firmes en sus puestos, permanecen con los ojos bien abiertos; criaturas iluminadas por cuatro farolas isabelinas con cinco brazos que dan luz a la noche y sin importar esa noche o el día, allí bajo la sombra del árbol, vive eternamente un perro blanco, de nombre desconocido, que todo lo ve, quieto, tal vez por el olor de los dulces de “La Bocailla”.

Se convierte en foro de debate para los mayores, quienes tras el café en la Cafetería Plaza España y sentados en su banco, ese eterno de los dieciocho y para que cambiar, resuelven los problemas de este país en menos de media hora o incluso en menos de lo que pueda tardar “La Chochera” en atender a los chiquillos que presurosos piden sus chuches para seguir con sus aventuras.

El tiempo de su tiempo lo marca ese antiguo  reloj situado en la parte superior  de la Plaza de Abastos, esa que marca el ritmo de la propia plaza y que se sitúa junto al antiguo centro médico. Reloj que, aun sin tal vez la importancia del conocido y situado en la Puerta del Sol madrileño, es para muchos de los que se acercan y se concentran por allí el último día del año, el responsable de llevarse lo malo y traer lo bueno de un nuevo año que regala cuando sus agujas coinciden y anuncian la llegada de que no hay otra hora, que no hay más demora, agujas que juntas de acuerdo se juntan y las doce horas apuntan.

Me paro en este renglón y aprovecho desde aquí para pedir a quien pueda complacer mi curiosidad personal y la general, que indique en este mismo medio digital, que podemos leer en el pequeño azulejo colocado bajo ese propio reloj.

Plaza de verano, donde las notas de la Banda de Música hacen de banda sonora en “El Triki”, la “Tasquita de Javi” o “La Churrera”; plaza de mil colores, de mil sabores, de mil notas musicales, de encuentros, de amores y desamores, de cruce de culturas sin importar sexo o religión, de azulejos varios, de casas señoriales y como me ha indicado esa mujer que sin ella todo lo que escribo no tendría sentido, residencia de un viejo médico o de la Srta. Magdalena, porque siempre a los profesores o maestros nunca se les ha de faltar ni perder el respeto; camino que une el Corchito con la Plaza del Ayuntamiento el día del Romerito…

Esta es vuestra plaza, esto es lo que vi, lo que sentí, lo que presencié, seguro que habrá miles de anécdotas, esto con lo que termino no le pongo fin, para que el punto y seguido se lo pongas tú.

Saludos

Raúl Delgado