Desde Galilea. Cuantas cosas… se pueden reflexionar, en la soledad de este Monte.

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DESDE GALILEA

Antonio Martín Carrasco, sacerdote de Bonares.

Quiero hablar, con ingenuidad de la “Crisis Económica”, mirada desde aquí, y la ingenuidad  siempre es infantil, por eso lo hago pensando en los niños. Creo que a ellos se les oculta el momento, y lo viven en la normalidad de la abundancia, como los niños de mi tiempo, la vivíamos en la carencia de todo. Hoy en todos los medios  de comunicación se hablan de “Crisis Económica”. ¿Qué nos pueden contar a los que hemos sufrido las crisis de dos “postguerras” y más de uno, como yo, tras sufrir una horrible tragedia familiar?. (Que me vistieron de negro a los tres años). No sé, si los niños de ahora, viven tan felices, con la abundancia que continúa de tantas cosas, como lo éramos nosotros, cuando se carecía de todo. Los niños viven, como siempre, en su mundo

Dicen que un remedio contra el “Alzheirmer”, es hacer ejercicios de “memoria”. Yo aprovecho mis ratos libres, de trabajo y oración, para este ejercicio,  porque noto, ahora, que no me acuerdo de cosas del día a día y, recuerdo las cosas de mis tiempos de niños, que Cristóbal Domínguez, me invita a que las cuente, como lo he demostrado en otros artículos. Me da cierta timided, tener que contar estas vivencias de niños, pero no está mal recordarlas,

Hoy se ven las gentes en la calle protestando. Antes, creo, que no les permitían protestar. Pero, ¿Que se adelantan con eso?. Hablar de esta materia desde este Monte… donde se dijo: “Mirad las aves del cielo, no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas?… (Mat. 6,26).

Supongo que los mayores tendrían sus preocupaciones, por una situación que no comenzó a cambiar hasta los años  50, con la sabiduría de nuestro pueblo español y con tan buenos trabajadores y que ahora, después de gastar, lo que no se tenía, quieren recuperarlo, ¡YA!.  Y… ¡Qué sanos nos criamos la mayoría!… sin tantos Hospitales… ni apenas medicamentos, ni tan buenos productos que hoy se tiene a la mano Yo digo, recordando aquellos tiempos: ¿Qué clase de crisis es esta? La última vez que fui a Huelva, salía a dar el paseo necesario y un día lo hice, visitando el nuevo mercado. ¡Que vistosidad de los puestos! ¡Que bien presentado todo!: Abundancia de de carnes: de pescados; de mariscos; de jamones: y la vistosidad de tantas frutas… Y la muchedumbre de personas comprando…¡Crisis!  Si España supo salir de lo que yo conocí cuando niño… ¿No va a salir de esta?

Vivíamos con normalidad la tremenda carencia en el vestir y en la comida y los libros escolares que casi no existían: la pizarra con el"juegos infantiles" pizarrín, el lápiz, el cuaderno, las distintas cartillas escolares: 1ª, 2ª, 3ª…, etc. y la pluma que mojábamos en los tinteros de los pupitres. Entonces los “reyes” no traían juguetes y jugábamos a los juegos transmitidos, para cada tiempo: al “trompo”, a las “bolas”, a la “piola”, a la “rueda”, a la “villarda”, a la “escondé”, a “alto”,… Recuerdo que todos los niños que no reuníamos a jugar, raro era, el que no vestíamos una blusa o un pantalón remendado. “Verdaderos artes en los remiendos” en aquel tiempo, que ya se ha perdido. ¿Quién pone hoy un remiendo? Tan sólo uno, poseía una bicicleta, en la que aprendimos los demás a saber montarla. y aceptábamos las broncas en casa, tras escaparnos para ir a jugar a “la pelota” en la “Ranosa”, o el “Calvario”,  y que nuestras madres nos descubrían las travesuras, porque no volvíamos nada limpios. También jugábamos por el «pilar» en el puente de “Rebonito”, donde había una gran charca, que algunos más atrevidos se metían en ella (recuerdo que se nos ahogó un compañero de la calle Arenal).  Por los alrededores de ese puente, estaba el Cementerio viejo, cuyos restos, no se terminaban de trasladar al nuevo y por los nichos ya vacíos y rotos, nos colábamos para curiosear,  en cuyo centro, todavía estaba la cruz de hierro que hoy tenemos en la plaza de la Iglesia.

Pasábamos de rencores, en un tiempo propicio para ellos y no sabíamos profesar ningún credo político ¿Se imagina un niño de hoy, en una sociedad en la que no existía  nada de “Supermercados?”, ni la cantidad juegos de hoy, o videos-juegos, ni radios, salvo en casas privilegiadas, ni televisores?,  pero pregunto: ¿Son los niños de ahora tan felices y tan compañeros como lo fuimos nosotros?.

¿Podrían los de hoy, imaginarse las “cartillas de racionamientos?” ¿Les gustarían  probar el pan de harina de maíz, que nos proporcionaba ese racionamiento? ¡Qué diferencia de este pan, del que se hacía a escondidas, en nuestras casas!.. Ya, ni se hacen… todo industrializado…  El trigo no declarado que se sembraba,  a escondidas (de la “Junta de Abastos”), se trillaba a palos y se aventaba en los corrales y se escondía,.. Se molía en unos molinillos de café preparados para hacerlo con más comodidad. Una nueva tarea de juego para los niños. Más  tarde algunos carpinteros se inventaron los furtivos molinos eléctricos, que hacán funcionar como una maquina más de la carpintería. Pero, aún así, no recuerdo que ninguno niño muriera de hambre.

Había una industria casera en la que se aprovechaba todo ¿Qué podía producir esa industria?: el dulce de membrillo, el “arrope” (que hacían con las uvas): la “meloja”, con la miel. Además de las grasas que no se tiraban, sacaban el jabón y las comidas de siempre: el “gazpacho”; la “puchera”; la “tostà”; las “poleás”; las “migas”;  y más cosas que se escapan en mi recuerdo. Allí donde se podía criar gallinas y engordar un cerdo en la casa, (no era fácil), con lo poco que sobraba y lo mucho que faltaba de comidas, al tener que aprovecharse todo y servía el “afrecho” de la harina… (¿conocen los niños de hoy este producto?). Las matanzas era otra industria casera: del cerdo se aprovechaba hasta el rabo y esta industria casera, para muchas amas de casas era un verdadero arte.

La comida de fundamento era la “puchera”, que se necesitaba horas de elaboración, con aquellas hornillas de carbón y los abanadores. Había un menú del día casi invariable: Por las mañanas el “café migado”.  A medio día, un guiso con las cosas de casa y por la noche “la puchera”. Pero lo que no podía faltar era el PAN, que se acompañaba con un trocito de tocino, o de chorizo, o de morcilla, pero, como se decía, eran cosas para “engañar el pan”. Por las tardes  cuando volvíamos de la escuela, nuestras meriendas, solían ser un bordo de pan, con aceite y azúcar. Se le llamaba azúcar morena. El azúcar blanca, tardó en venir…

Muchos aprendimos a no gastar el dinero que no se teníamos. Para juntar los dos “reales” que costaba en el Cine Colón, (la mitad de la película que nos ponían a los niños, los Domingos por las tardes), pasábamos por las casas de los titos. Se recogía una “chica” (5 Ctmos.) o una “gorda” (10 Ctmos.). No siempre se llegaba a los dos “reales” lo que costaba el cine. Si no se juntaba para el cine, se compraba  una “chuchería”  y hasta otro Domingo, con más suerte. Cada año también pasábamos por casa de los titos a recoger los “Tosantos”. Ahora cuando veo muchas escenas de África o del tercer mundo, supongo que estos niños, los que superen el hambre, se sentirán tan felices como nosotros, al no conocer, como nos sucedía en aquel tiempo, otro mundo. ¡Pobres!, los miles de estos niños, que, ahora al año, mueren de hambre.

En mis tiempos de Misionero por América, cuando volvíamos tarde a casa, en Perú, veíamos un enjambre de niños (los llamados de la “calle”, abandonados por las familias, con un palito en la mano hurgando en los montones de basuras de las calles (nada de contenedores) y comiendo lo que encontraban de comidas tiradas… Y ¿qué podrían encontrar?… Nada de esto ni de lo anterior viven nuestros niños, gracias a Dios y al esfuerzo de una España, que salió adelante en circunstancias perores y que ahora le sabrá mantener, lo que para estos niños de hoy es normal y que asustan a los mayores.

Yo me pregunto: ¿No será nuestros derroches (porque siguen), nuestro pecado de hoy?. ¿No le estaremos quitando a los miles de niños que mueren de hambre en el tercer mundo, lo que Dios tenía previsto para alimentarlos, como en algún momento nos lo quitaron a nosotros?…Como he dicho antes y repito: “Mirad las aves del cielo, no siembran, ni cosechan, ni recogen en graneros; y vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros más que ellas?… (Mat. 6,26). Dios lo hace todo muy bien, pero no tiene la culpa, de que unos se embolsen y roben millones de euros y trafiquen limpiando dineros, mientras a otros se  tambalean con sus 400 euros, inseguros, y tienen que soportar los ERES y no encontrar un  simple trabajo.

Pero Dios sigue hablando: Primero por el Profeta Habacuc, cuyo sepulcro lo tenemos muy cerca de este Monte. (Cuatro muros pequeños con una cupulita pintada de azul). Tiene cinco imprecaciones apropiadas a este tiempo—1ª ¡Ay del que se enriquece con lo ajeno!…2ª ¡Ay de quien saca ganancia inmoral para su casa!…3ª ¡Ay de quien construye…un pueblo en la injusticia!…4ª ¡Ay de quien emborracha a su vecino y le añade su droga!…5ª ¡Ay de quien…aunque están cubiertos de oro y plata, no hay un soplo de vida en su interior! (Hab.2, 6-ss) — Segundo por la  “Palabra” que fue dirigida a Jeremías de parte de Señor: Así dice el Señor el Dios de Israel: Escribe todas las palabras que te he hablado en un libro. Estas son las palabras que dirigió el Señor… Así dice el Señor: Voces estremecedoras oímos: ¡Pánico, y no paz! … por ser enormes tus pecados te he hecho esto… Pero no temas ni desmaye… pues mira que yo acudo a salvarte desde lejos… pues contigo estoy para salvarte… (Jer. 30,ss).

¡Cuantas cosas… se pueden reflexionar, en la soledad de este Monte…!.

 

 

Desde Galilea- Antonio Martín Carrasco

Sacerdote de Bonares