Una tierra que todos conocen.

Ella es como es, no busquen mas, no encontrarán mas de lo que hay; no está ni muy lejos ni muy cerca, está donde tiene que estar; no es la mejor, ni la peor, simplemente es como es; no te pide que vengas a verla, no le hace falta, con los suyos tiene de sobra, pero si te atrapa, su veneno te agarra por malo y por bueno; comparte contigo su mejor vino; guarda sus recuerdos en la caja del tiempo; te da sin nada esperar de ti, pero se agarra a tu piel, con coraje y ambición; viste traje de verano, se muestra coqueta y deja para mayo y octubre, el traje de etiqueta.

Ella encierra una plaza llenita de gente, una historia que nadie conoce, una ermita de mil seiscientos, un sol que te marca el camino, una niña que juega a escondidas, un almendro que nunca vi, una oración que nadie termina, una Madre que mira pabajo y un quinto que llora por ella, un grito de viva la Santa, una campana que lleva su nombre y forasteros que llenan la calle, una copla que suena a escondidas, otro quinto que mira parriba, un código que ya no sirve, una fuente que vino del norte, un padrino que espera impaciente, un romero que mas que se pisa se siente, unas ventanas que miran al mar y unas hojas que se caen sin mas, unas casas encalá, un diario digital y actual y unas habas enzapatá, un lince que no se mueve, un campanario de miles de historias y una abuela que sigue rezando ese himno que toca la banda y todos terminan.

Ella es así, desnuda su piel sin más, tatuado tres colores que lleva por bandera, blanco de la cal, verde de su campo, amarillo de su atardecer, para que más, no sobra nada. Te espera para robarte por sus calles, en la plaza o el callejón, la fuente o el corralón; sabe que tienes la batalla está perdida, la ves, la sientes, de noche a la amanecía. Te quita y te da, como dio la bendición de la Misericordia a esa niña que nunca dejó de ser princesa y cada día mas guapa está.

Ella te clava su mirada de mujer andaluza, gitana de pelo negro que te roba el alma, mientras bajo el sonido de una guitarra, suena su voz rota de libertad. Te hace suya, te haces de ella.

Ella este año, como la primera vez, me ha dejado guardar en su saco , mis coplillas de carnaval, el cirio que alumbró al Nazareno, un beso robado en sus Cruces, unas botas polvorientas del camino, una sevillana de El Pali, la crónica negra del pasado y un reloj de arena que marca el tiempo que me permite estar junto a ella, tiempo en que mis letras me hacen soñar, para ser quien quiera ser y dar razón a porque le sigo escribiendo, para que el día de mañana, nunca olvide lo con ella vivido.

Así es Bonares. Así es Ella

A Ella y a todos sus hij@s, en especial a esos que siguen compartiendo con este que os escribe, un rato de su tiempo, a todos para que no se olvide nadie…

Feliz Navidad