
Con motivo del centenario del nacimiento del poeta, el Ilmo. Ayuntamiento de Bonares convocó la celebración de un homenaje al mismo, en el Salón de Actos de la Biblioteca Municipal. Consistió en la lectura de algunos de sus más conocidos poemas a cargo de Antonio León Rastrojo, director de la Escuela Municipal de Música y mía, como admirador de su poesía.
Presidía dicho Salón un retrato de Miguel Hernández al carboncillo, realizado por mí, colocado sobre un caballete y artísticamente iluminado. Asistió un nutrido grupo de personas convocado por los servicios de megafonía que habían anunciado el evento previamente.
Presentó el acto el representante de la Concejalía de Cultura del Ilmo. Ayuntamiento quien hizo un breve recorrido sobre la vida del poeta de Orihuela. También estaban presentes el alcalde y dos concejales del PESOE, además del presentador.
Después de la lectura de sus poemas, Antonio leyó la Elegía a Ramón Sijé y yo las Nanas de la Cebolla, le dediqué dos sonetos escritos con empatía a su sufrimiento, entereza y fe en sus ideas, ya que a pesar de las calamidades que estaba pasando en prisión, rechazó apostatar de ellas a cambio de su libertad.
Transcribo a continuación mis dos sonetos, uno de los cuales se cuelga en “Bonares lee” :
A MIGUEL HERNÁNDEZ
Consiguieron segar tu libertad,
intentaron cruelmente doblegarte
llegando incluso a muerte a condenarte,
más sin lograr romper tu dignidad.
Te alimentaron de hambre y soledad
para apagar el eco de tu arte,
para impedir a tu hijo el honrarte,
para robarle tu paternidad.
Sangre de la cebolla, leche de guerra,
alimentó a tu hijo entre dos lunas,
con el miedo al hierro, al plomo y tierra.
Tu mujer con la angustia hizo dos cunas:
una para soñar si el miedo aterra,
otra para olvidar días de hambruna.
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La revancha te requisó la vida
cambiando tu horizonte por prisión,
cuatro paredes, tu única visión,
trajo la enfermedad enfebrecida.
Miedo y dolor de la España vencida,
la muerte, el odio, la persecución,
negro futuro, desesperación
de tanta pobre gente escarnecida.
El hambre de tu hijo entretenida,
con sangre de cebolla amamantado,
mecido por la luna adormecida.
Compañero del alma, en tu partida,
por tu final de vida masacrado
la tierra a ti te acoge estremecida.
Cristóbal Carrasco Delgado.