Desde Galilea, “Jerusalén”.

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DESDE GALILEA

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Calle de Jerusalen, foto Antonio M.

A veces pienso que os tengo dicho todo lo que se puede contar DESDE GALILEA, pero vuelven nuevas experiencias y si estas tienen algún punto de referencia con nosotros, por mínimo que sea y la he vivido, me suscita el deseo de comunicarlas y esta nueva está relacionada con algo muy nuestro. Estos días he estado tres veces en Jerusalén. — La primera: el Domingo de Ramos, para bajar desde el Monte de los Olivos, con una palma en la mano, entre miles de peregrinos con abundancia de jóvenes y niños, con todo el griterío de cantos ¡Bendito el que viene! ¡Hosanna! para entrar así en la ciudad santa, por la misma puerta de la muralla por la que entró Jesús montado en el pollino.— La segunda: El Jueves Santo para Concelebrar y renovar las Promesas Sacerdotales, con más de trescientos sacerdotes, presidido por el Patriarca Latino (que es nuestro Obispo), el Nuncio, Obispos Auxiliares, el Patriarca Sirio, el Maronita, etc. — La tercera: En uno de los domingos después de la Pascua los jóvenes tenían una Convivencia en el Monte Tabor y a los mayores, algunos de los nuevos, no conocían Jerusalén y los llevaron y con ellos caminé de nuevo. En esta tercera centro mi experiencia.

Hay relatos en los Hechos de los Apóstoles, que se relacionan necesariamente con Santa Mª  Salomé. Interpretar estos hechos, no cambian nada la fe del creyente, pero para nosotros que la veneramos en nuestro pueblo, cualquier detalle que descubrimos, en relación con Ella, nos puede llamar la atención. Sus hijos, Santiago y Juan, era grandes amigos de Jesús y de Pedro, sobre todo Juan, se ve en la última Cena que pedro le pide una confidencia y es, el discípulo que sale corriendo con Pedro al sepulcro, a comprobar lo que decían aquellas mujeres,  las Marías, una de las María, su propia madre, ella misma, con las otras, venían contando: ¡Ha Resucitado!. Y este hijo cuando llegó corriendo al Sepulcro: …“Entonces entró…vio y creyó”. (Jn. 20,8)

Luego ambos, Pedro y Juan, van al Templo y curan al paralítico, que estaba siempre pidiendo a la puerta del Templo y por tanto conocido de todo Israel. El pueblo, creyendo que la curación era obra de ellos, comienza a admirarles. Pedro entonces se dirige a las gentes: “Israelitas, ¿Porqué os admiráis de lo sucedido, o porqué no miráis fijamente, como si nosotros hubiéramos echado andar a este…El Dios de nuestros padres ha glorificado a su siervo Jesús, a quien vosotros entregasteis… renegasteis del Santo y del Justo… pero Dios lo resucitó de entre los muertos: nosotros somos testigos de ello…Y por la fe en su nombre, el propio Jesús, ha restablecido a este, que veis y conocéis. (Hc. 3, 1-2 y ss).

Aquí, comienza la persecución a la Iglesia, pero los jefes, no se atreven a quitarlos de en medio a estos, tan admirados del pueblo. Pero, todo tiene su momento: lo mismo te aplauden que te rechazan y el rey Herodes aprovechando uno de esos momentos bajos: “Mandó a ejecutar a filo de espada a Santiago, el hermano de Juan”…(Hc. 12,2)

Prosigue la narración: “Herodes, al ver que esto agradaba a los judíos, se atrevió  a prender también a Pedro… lo metió en la cárcel y confió su custodia a cuatro escuadras de cuatro soldados”… (16 hombres, para un preso importante)… “mientras la Iglesia oraba incesantemente por él a Dios”…(Hc 12,5). — (Pedro) “por la noche se encuentra durmiendo entre dos soldados, atado con dos cadenas; unos centinelas custodiaban la puerta de la cárcel…se presento un ángel… lo despertó… levántate de prisa… cayeron las cadenas de sus manos…termina de vestirte, ponte las sandalias…salió y se dispuso a seguirle…tras recorrer unas calles…marchó a la casa de María, la madre de Juan, por sobrenombre Marcos; donde se hallaban muchos reunidos en oración”…(Hc. 12, 3-11). — Sigo el relato: “Pedro, (una vez libre), Se fue a esta casa, llamó a la puerta y salió a abrirle una sirvienta llamada Rosa…no abrió sino que entró corriendo a anunciar que Pedro estaba a la puerta. Ellos dijeron: “Estás loca”… Pedro entre tanto seguía llamando… (Hc.12, 12 ss).

Nadie hace mención, en toda la narración, de aquella madre a quientan brutalmente el rey Herodes manda matar a uno de sus hijos. Pero, Ella, que había dejado su casa de Betsaida, para estar junto a sus hijos y que había disfrutado de la misión  de Santiago realizada en España, que era entonces, el confín del mundo y a en la orilla del Ebro, hasta visitado milagrosamente por la misma madre de Jesús, que le acompaña en el sufrimiento de esa misión…

Lucas, el autor de los Hechos de los Apóstoles, silencia el momento de aquel crimen y el dolor de aquella madre Mª Salomé, poniendo el acento en Pedro y nada dice de los que no solo se reunían, unidos en la oración, sino que esta ocasión acompañaban, con la misma Madre de Jesús, a Mª Salomé, en aquellos momentos tan difíciles de dolor, para aquella madre  y para la Iglesia naciente.

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Casa donde acudía Mª Salomé, foto Antonio M.

Me preguntaréis: ¿A que viene  este relato?  En es tercera vez, tan seguida, de volver a Jerusalén, yo no estaba para andar mucho y me quedé toda la mañana en la Basílica del Santo Sepulcro, a donde tuve que entrar abriéndome camino, porque estaba mucho más repleta que otras veces. Y por la tarde seguí al grupo hacia el Muro de los Lamentos, par salir por la puerta de la muralla, llamada de “La Basura”, que allí nos recogerían. De camino, me quedo detrás y veo que se meten por los vericuetos callejeros del Barrio Judío y me pareció que se habían perdido y cual sería mi sorpresa que me esperaban a la puerta de María, la madre de Marco, donde con Mª Salomé, se solía reunir con todos en oración y por supuesto en aquel martirio de su hijo.

Es emocionante para alguien de Bonares, entrar en la casa en que Mª Salomé lloró a su hijo Santiago. Había subido a Jerusalén desde su casa de Betsaida, en esta ocasión, para estar junto a su hijo Santiago preso por Herodes. Esta casa era el único lugar seguro donde se reunía aquellos perseguidos. Aparentemente es una casa como las otras, pero dentro muy amplia, con un departamento convertido ahora en Iglesia ortodoxa, antiquísima y desde la Iglesia se baja a un gran sótano escavado en la piedra, que sirvió en aquellos momentos en que comenzó la persecución, como lugar seguro para los seguidores de Jesús.

Yo me senté, con cierta emoción, cerré los ojos y me imaginé el cuadro: como si allí me encontrase con la Santa, llorando por su hijo Santiago: ¡Ay dolor, de mi dolor!, ¡Ánimo Salomé! Esto se lo contaré a tus hijos de Bonares, no llores, tu hijo Santiago es ahora, es el Patrón de España. Tuviste la suerte de no sufrir por el martirio de Juan, tu hijo pequeño, del que sabemos que fue martirizado, ya muy viejo, como el último Apóstol. Tú, ya estabas en el cielo. Fue metido en una caldera de aceite hirviendo y al no quedar muerto, te lo decapitaron. Allí en el cielo no se conoce el sufrimiento y lo recibiste, porque tú ya estabas gloriosa. Y como gloriosa, eres ahora, el honor de nuestro Pueblo. ¡Tus nuevos hijos, como te cantamos siempre, son los hijos de este pueblo! ¡Que consuelo para Tí!.

Bien, diréis: ¡Que imaginación! ¡Que ingenioso! Pero esta, es otra nueva experiencia, que os transmito. Resumiendo mucho más de lo que cuento. No penséis que vivo en una nube, sino soñando despierto y, sea dormido o despierto, Dios actúa en los sueños, como vemos con Pedro. Tengo los pies, muy puesto en el suelo, pero esto no te quita, transcenderte y después poderos contar estas experiencias inéditas, y ya sé, que os agrada, según las noticias que me llega, Completadla leyendo todas las citas que reseño.

Desde Galilea -Antonio Martín Carrasco

Sacerdote de Bonares