DESDE GALILEA

El mes próximo se cumple el año del último gran acontecimiento histórico de nuestro pueblo. Jamás se podrá olvidar que se acerca el gran día en que sonó mundialmente nuestro pueblo con la BEATIFICACIÓN de SOR DOLORES DE BONARES. La primera hija de este pueblo exaltada para ser venerada en toda la Iglesia como BEATA y por nosotros como SANTA.
Desde luego, es bueno descubrir lo BUENO, aunque sea en la vejez y os aseguro que esto de Bonares, para mí, es una verdad que he llevado siempre dentro y que se me ha dado la oportunidad de expresarlo, como lo he demostrado en todo lo que he escrito hasta ahora sobre nuestro pueblo, titulado DESDE GALILEA. Estoy de nuevo en Galilea, ayudando en el relevo de los jóvenes voluntarios, para el sostenimiento de esta Casa. Considerada oficialmente como MONASTERIO. Estaré ya desde el día 25, en el Seminario Misionero y volveré a mi servicio ordinario de P. Espiritual del mismo, con mis más de 30 seminaristas futuros misioneros.
Sigo con poco tiempo para escribir por emplearlo para escuchar a estos que acuden a mí y que preparamos para ser “Presbíteros-Misioneros”. Pero cada día en mis recuerdos, sigo con mayor amor a mi pueblo. Soy ya un pobre anciano y he comenzado la realidad de la vejez al cumplir los ochenta años. Y el ser anciano no me coge de improviso, porque me consagraron desde mi juventud como “Anciano”, que es lo que significa la palabra “Presbítero”.

A veces me pregunto: ¿Cómo se le puede confiar para prestar este servicio a un anciano?. La razón que ahora me da sentido de estar a esta edad en una misión tan delicada, la encuentro en lo que dice el Papa Francisco, de que el Presbítero (o Anciano) en su vejez, debe dejar como herederos de su larga experiencia a los jóvenes que se preparan para coger la antorcha y ser (Ancianos), es decir (Presbíteros). Dice el Papa: “Una señal de que un sacerdote ha madurado bien y se ha convertido en verdadero «presbítero» es no perder juventud ni alegría en su ministerio… cuando se nota su presencia, cuando se le busca para pedir consejo, cuando se le imita, — como a la actitud del propio sacerdote, ante sí mismo, ante los demás, ante las cosas y ante Dios… Existe en los jóvenes una especie de sexto sentido “ante los amores” que hace que a algunos sacerdotes se les respete y se les sienta cercanos, se les trate con cariño, se les busque y se les pida consejo, se les abra el corazón en confesión. (Esto podíamos decir me define mi servicio).
Ser anciano (para mí 56 años ejerciéndolo), es algo que no se puede aprender en los libros. Aquí hasta los mismos Formadores son Presbíteros jóvenes y los tres son Doctores en Sagrada Escritura. Y todos cuentan conmigo en confesiones y consejos. Yo soy un pobre hombre que no sólo no domino lenguas sino que camino con un mal “español-andaluz-bonariego”…, y aquí hay jóvenes de muchas naciones. Ahí veo el milagro, que me entienden y los entiendo, y a veces paso horas conversando. El idioma de la Casa es el italiano que lo entiendo, pero no lo hablo. El español, que algunos desprecian, es sin duda la segunda lengua más hablada del mundo y casi todos lo dominan o lo entienden. Cuando presido y me siento en medio de los tres Formadores, les digo de broma: “Si viniera la Virgen a buscarme, como lo hizo un día con su Hijo, me encontraría también sentado en medio de los doctores…
Pasando a otro tema, estoy ya gozando del protagonismo, que tendrá el próximo año la CRUZ de mi querida calle MISERICORDIA, su mismo nombre ¡Es tan profundo!… su significado viene del latín “miser” (pobre) “cor” (corazón), poner el corazón en el pobre.
Y así fue en Bonares la casa de “Misericordia”, que tenía la Iglesia en esa calle y desamortizada con la Casa de los Diezmos en la plaza de la Iglesia y la Ermita de San Sebastian, por Mendizábal el 1834. Yo desde niño conocía la gran casa que había servido en su tiempo de rústica acogida de los pobres.
Desde este Monte se intuyen muchas cosas. Puede ser por esta vida retirada del mundo, por la santidad del lugar, propicia para meditar. Hoy la sociedad pondera mucho la ciencia que dan los libros y los científicos, que algunos se apoyan en sus títulos académicos, para dogmatizar contra Dios y contra la Iglesia. Pero lo importante no es la CIENCIA, sino la SABIDURÍA y ésta sólo la da Dios, que es la Sabiduría Eterna. En el Libro de los Proverbios la SABIDURÍA elogiándose a sí misma dice:”En un tiempo remoto fui formada, antes de que la tierra existiera… Yo estaba junto a él como aprendiz… cuando colocaba los cielos allí estaba yo… cuando asentaba los cimientos de la tierra, yo estaba junto a él como arquitecto… (Prov. 8,23 – 35). La SABIDURÍA la descubre la vejez, que siendo Dios el ÚNICO y además PADRE, el “ser nosotros hermanos”, es más importante el llamarnos como hermanos, que como miembro de una sociedad, en nuestra calle.
No podemos cambiar nuestro SER conseguido por el triunfo de la VIDA sobre la muerte, que simboliza la Cruz Gloriosa, nuestras CRUCES, prescindiendo de la historia de siglos. No se puede olvidar que ESTAS nacieron de la fe de un pueblo. Nada se puede anteponer a llamarnos hermanos en torno a la hermandad de nuestra calle, que se ha creado al asociarnos con una CRUZ.

Y ahora vuelvo de nuevo al tema de la palabra BONARES. He reflexionado mucho sobre la etimología de la palabra Bonares y di por hecho que viene del latín bona-res, porque en realidad son dos verdaderas traducciones de esas palabras latinas, no tienen otra traducción que la de “buena cosa”, como tantas veces he repetido en mis artículos. Puede ser por su exactitud de expresión, que no se le puede negar a ambas palabras latinas o por la degeneración de otra palabra en tantos cambios de la historia y rebuscando en la nuestra, parece ser que, el origen de nuestro pueblo se remonta a los primeros siglos de cristianismo. Para nosotros, la diócesis de Ilipla (Niebla) en los años 466 (?). A cuatro kilómetros, estaríamos casi en el centro de la misma ciudad, cuyos vestigios como Diócesis los tenemos muy cercanos a nosotros con los encuentros en los “Bogeos”. Entonces Bonares, no existiría como población. Acaso me figuro que sería una bonita “villa romana”, porque la situación del lugar lo es, y a lo mejor llamada “BONA-RES”, (BUENA-COSA), rodeada de bosques de robles, propiedad de algunos de los nobles patricios romanos, rodeada también de pequeñas viviendas para sus sirvientes, que fuese el nacimiento de lo que es ahora pueblo, dentro de la gran ciudad de Ilipla, (Niebla) y que todo esto pudo ser la semilla de nuestro futuro pueblo.
En nuestro archivo parroquial aparecen los primeros datos de Bonares sobre el 1573 (siglo XVI). Pero teniendo en cuenta que los pueblos nacen antes que las parroquias, como sucede ahora con los núcleos urbanos de las ciudades, que estos nacen y con los años se les dotan de parroquias y en esos siglos las decisiones y las construcciones eran más lentas. Además no siempre existieron los Libros Sacramentales, donde fundamentamos las fechas, sino que fueron impuestos más posteriormente, así no se hace posible precisar las mismas fechas.
Es un proyecto interesante el que me escribía Raúl Delgado al proponerse estudiar con Lina Avilés e investigar minuciosamente nuestra Historia del porqué veneramos a Santa Mª Salome. Y transcribo lo que me decía que: <“El topónimo de Bonares, también es una incógnita: según lo documentado por María Dolores Gordón Peral y Stefan Ruhstaller, procede de “bodonales” (terreno encenegado, con pérdida de la“d” intervocálica, característica del andaluz) — (aunque yo lo veo muy rebuscado y con la cuesta que comienza en el “camino de Niebla” y termina en el “pilar” es un terreno para ser poco pantanoso) —; y por último el testimonio recogido en 1785 por el cura Diego Garrido, quien respondiendo al cuestionario del geógrafo real D. Tomás López, dejó escrito que “bien que es dicho vulgar era en su principio huertas de Niebla y que los dueños de ellos se daban nombre de Bonanza, como a su recreo particular”.> (Esto quizás esté más acertado).
Todo cabe cuando no hay datos concretos y sólo suposiciones… Pero yo, ante esos topónimos de “bodonales y bonanza”, encuentro otro que tiene hasta relación con nuestra Patrona en sus dos hijos y la familia llamada de los Zebedeos, con el sobrenombre o “mote” de Boanerges que Jesús les da en los Evangelios. Siempre me ha llamado la atención esta palabra que he releído y he escrutado en la Sagrada Biblia tantas veces con el afán de entenderlas.
Según el Evangelio de San Marcos (Mc. 3,17) Jesús llama a Santiago y Juan, los hijos de Zebedeo, con el sobrenombre de “BOANERGES” (Hijos del Trueno). Como digo siempre me llamó la atención y le he dado muchas vueltas, porque excepto dos letras sobrantes, tiene todas las letras que componen el nombre de BONARES (B O A N E R ge S). Y en la versión aramea significa también (Hijos de la Fuerza). Ambas denominaciones no sólo caracterizan a los “Zebedeos”, hijos de Santa Mª Salomé, sino que para mí también caracterizan a sus hijos de Bonares, ya sea como hijos del “TRUENO”, ya sea como hijos de la “FUERZA”. — “Hijos del Trueno”, por ejemplo, porque Bonares se hace sonar, no sólo para trabajar sino hasta paradisfrutar, que cuando se dice Fiestas, “ahí vá” (para qué enumerar) — e “Hijos de la Fuerza”, también por ejemplo, para no solo trabajar, porque los habrán trabajadores, pero “buscavidas”, industriales, mecánicos, empresas constructoras, exportadores de nuestros productos desde siempre, lo último “BONAFRU”, con muchos de sus hijos bien preparados en todo: en los estudios: Ingenieros, médicos, abogados, profesores, militares, sacerdotes (he conocido diez) donados en lo religioso, (religiosos, monjas, misioneros… ahora, hasta Santos etc. como BONARES, ¡Pocos pueblos!
Porque también nuestra BEATA ha sido como ¡UNA VERDADERA “BOANERGES”!. Ese “Mote” dado por Jesús a los hijos de la Santa, es decir, ¡HIJOS DEL TRUENO! Le cuadra a ella que como HIJA DEL TRUENO dio su vida para cuidar pobres y locos. Sellándola con su martirio, cuya BEATIFICACIÓN hace un año, no podemos silenciar ni dejar de celebrar en plena novena de de Santa Mª Salomé.
Así, que ¡Ánimo! HIJOS DEL TRUENO, aunque la palabra Bonares no venga de ahí, dejemos llamarnos con el mote impuesto por Jesús a los hijos de la Santa y que Jesús nos llame a nosotros: BOANERGES, “Hijos del Trueno”, como les llamó un día a los dos hijos de nuestra Patrona. Así creo que puede quedar muy bien encuadrado este mote a la palabra BONARES.
DESDE GALILEA
Antonio Martín Carrasco
Sacerdote de Bonares