España y Europa.

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juancoronel

España y Europa.

 

españa europaEn los últimos años estamos viviendo como España una vez más, salvo que  ocurra algo especial que lo evite se va a quedar como vulgarmente se dice, compuesta y sin  novio.

Tradicionalmente nuestro  país ha ido a  remolque de  los avances y acontecimientos políticos, sociales, económicos, laborales etc., que se han generado en Europa.

Perdimos la incorporación a la llamada«revolución industrial» debido entre otras a la forma de  proceder de los caciques-terratenientes y poder económico de entonces, poco decididos a meterse en iniciativas de desarrollo novedosos y a la vez arriesgados, temerosos de perder sus posiciones de privilegios  que venían manteniendo.

Iniciativas estas que si se llevaban a cabo en otros países de la vieja Europa.

Fue de ese modo como los poderosos de entonces, amparados en la  explotación de los más débiles y una desigualdad insoportable mantuvieron sus privilegios, mientras el país se quedaba descolgado y  se hundía cada vez más en la miseria.

Debido a esta  miope e injusta forma de proceder fue por lo que la clase marginada y explotada, junto con la mayoría de los  intelectuales y demócratas progresistas, apoyaron la proclamación de la Segunda Republica Española, con la esperanza de que el nuevo sistema comenzara a corregir la injusta situación que el país atravesaba y paso a paso nos acercáramos al nivel de vida, al clima de” Libertad, Igualdad y mayor Justicia Social “que ya entonces se disponía en Europa.

Con esa ilusión y decisión comenzó su andadura la Segunda  Republica, pero al poco de su implantación, los poderes fácticos de  siempre, aristocracia, caciques, viejos terratenientes, elite financiera, cúpula de la Iglesia, parte de las fuerzas armadas, partidarios del fascismo entonces incipiente en Europa y otros temerosos de perder sus privilegios, unieron su poder para que el  nuevo sistema de administrar el país, no pudiera realizar la misión  a la que se había comprometido y España necesitaba.

No les importó a la elite antes descrita provocar una “guerra civil” como la que España padeció y cruel posguerra posterior para conseguir sus fines. Para estos todo valía.

Fue de esta forma como de nuevo se truncó el camino de esperanza iniciado con la República.

Con el triunfo de la rebelión nuestro país se  sumergió en un periodo, de aislamiento internacional de autarquía represora contra los defensores de la democracia y la justicia social, hecho este que nos alejaba cada vez más del  objetivo a conseguir como era Europa. 

Posteriormente tras la desaparición  de la dictadura e inicio del proceso democrático llegó el  periodo que llamamos de «transición» en el cual la sociedad española tenia dos opciones como era optar por la ruptura democrática  una y la otra apostar por la ” reforma política” donde también tuviera cabida los  hasta entonces defensores- colaboradores con la dictadura.

Se optó por lo segundo y esto propició  que los llamados “aperturistas” se integraran en el nuevo sistema establecido, si bien desde su posición súper conservadora hacían lo posible para frenar  las iniciativas de vanguardia modernas y eficaces que España necesitaba para acercarnos a Europa.

Unos años más tarde, nuestro país después de unas negociaciones largas y difíciles, pasó a formar parte de la Unión  Europea. Hecho este que parecía indicar que entonces se comenzaba a recorrer de verdad el camino democrático de paz, progreso y bienestar que los países que ya pertenecían  a la Unión ya utilizaba, superando con ello el temor de una vuelta al pasado.

Pasaron los años donde todo parecía indicar que la nueva y prometedora situación era irreversible, iniciando España su despegue económico, laboral, municipal, social, cultural, deportivo, educativo, sanitario etc.  y con ello el aprecio y disfrute  de una situación nueva de desarrollo local y bienestar social en línea con la existente en Europa.

Pero de nuevo nuestra ilusión se ve truncada drásticamente. En esta ocasión debido a la crisis económica  que padecemos y la forma  para muchos equivocada de combatir la misma por parte de nuestros dirigentes.

Crisis esta creada por la élite del sistema capitalista internacional la cual con una ambición sin  limite buscaban y buscan obtener los mayores y más rápidos beneficios sin importarles las consecuencias que de esta forma de proceder se deparen. Esta claro que para esta clase de personas y organismos que le amparan y protegen, no existe sentimientos humanos.

En nuestro país tiene en su mayor parte su origen en los sectores financieros e inmobiliarios, los cuales han especulado hasta el límite dejando a la nación al borde del colapso general.

Este hecho ha provocado en España el hundimiento económico, más de seis millones de parados, recortes laborales y sociales, desconfianza  en las instituciones que nos gobiernan, junto con la incapacidad del gobierno que decía que tenia la solución  para  combatirlo y encauzarlo.

En poco tiempo hemos dilapidado los objetivos alcanzados en los últimos veinticinco años y con ello nos separamos una vez más de los países de Europa con la que buscábamos  integrarnos, colocándonos de  nuevo en el  vagón de cola. Todo ello cuando parecía  que el  maleficio tradicional se superaba y España emergía  con ilusión y entusiasmos en el ámbito de los países más prósperos de la Unión Europea.

Triste historia la nuestra donde parece que por causas propias y ajenas, estemos condenados a ser un país de inferior categoría con respecto a otros de nuestro entorno, cuando por recursos, capacidad e iniciativa, debemos y podemos estar a la altura de esos otros países.

Termino diciendo que no podemos aceptar que se trate de un castigo divino, por lo que algo tendremos que  hacer nosotros los españoles, si queremos  corregir esta más que grave situación creada por unos pocos sin escrúpulos, pero sufrida por la mayoría de la población.

Si nos resignamos aceptándolo sin más, es más que probable que padeceremos  más y mayores dificultades y cada vez  nos alejaremos más de la Europa social, laboral y económica con la que siempre quisimos igualarnos.

 

  • Juan Coronel Martín