
Desde hace unos años cada vez son más los ciudadanos de la Unión Europea que nos preguntamos hacia dónde camina la vieja y hasta hace poco añorada Unión europea.
A la actual U. E. cada vez le queda menos de la iniciativa de progreso y bienestar social que hasta hace poco desarrollaba y que era la admiración del mundo.
Actualmente estamos viendo como esa realidad, ha cambiado ampliamente hasta convertirse en negro panorama que nada tiene ver con la iniciativa pretendida y después realizada, y donde la U. E. ha sido el espejo donde los demás países se querían mirar.
¿Qué ha pasado entonces? Pues lo que ha pasado ha sido que la oligarquía capitalista mundial, que no hay que olvidar que ha sido la que ha causado la crisis que padecemos, para con ello mantener e incluso incrementar sus ya amplios beneficios, está imponiéndoles a los gobiernos del mundo unas directrices económicas extremadamente especulativas sin reparar en las consecuencias devastadoras para la mayoría de la población mundial.
Está demostrado que la política restrictiva establecida por la señora Merkel y aceptada por el resto de los dirigentes de los países de la U.E., siguiendo el mandato de los poderes económicos ha fracasado y urge corregir la línea de actuación hasta ahora mantenida si queremos salir del túnel cada vez más oscuro dónde nos han metido.
La historia ha demostrado que sin un poder adquisitivo, al menos aceptable, por parte de la mayoría de la sociedad, no es posible salir del estado cada vez más deprimente en el que nos encontramos.
A esta tozudez de nuestros dirigentes, de seguir al dictado las directrices recibidas, que estamos viendo a dónde nos lleva, con el alto nivel de desempleo, empleo precario y mal remunerado, desahucios, trabajadores sin cobertura de desempleo, las dificultades de estudiantes para continuar su formación, el abandono del país de los ya formados, los crecientes copagos sanitarios, la cada vez mayor desigualdad y otras medidas restrictivas implantadas, se une ahora la cruel y vergonzosa actitud ante la llegada de inmigrantes sirios, afganos, irakíes, , y de otros países que llegan a la U.E. huyendo de los horrores de la guerra.
En esa indigna forma de proceder se encuentra también nuestro gobierno, el cual demuestra que padece una grave pérdida de memoria, al no tener presente que una situación parecida se vivió en España al término de la Guerra Civil, dónde cientos de miles de niños, mujeres, ancianos y defensores de la República, se vieron obligados a emigrar por temor a la represión franquista y posteriormente ante la hambruna que afectó a buena parte de la población española.
Está claro que la situación actual no puede, mejor dicho no debe continuar de esta forma. Tampoco puede servir de justificante, como pretenden grupos de xenófobos europeos tras los últimos actos terroristas ocurridos en Francia y Bélgica, cometidos por radicales islámicos, para acusar a los musulmanes en general de terroristas. Musulmanes son también los que vienen y hasta se ahogan en el mar pidiendo asilo huyendo del terrorismo islamista.
En dicho aspecto España tiene mucho que decir, padeciendo durante años el terrorismo de ETA, y no por ello hemos acusado a los vascos de terroristas, cuando han sido ellos los que más lo han padecido.
Seamos cuando menos prudentes en nuestras expresiones en tema tan complicado como este.
La U.E. no es la que fue, queremos que sea, y puede volver a ser, si unidos les exigimos a nuestros dirigentes europeos que desarrollen la política que los ciudadanos demandan y necesitan, dónde se lleven a cabo una más justa distribución de la riqueza que en común generamos. Recordemos que los más débiles también son personas, no objetos al servicio de los poderosos.
Tengamos presente que de no llevarse a cabo esta más que urgente renovación de la actual forma de proceder, surgirán nuevas iniciativas políticas que radicalizarán la postura más o menos moderada de la sociedad europea actual, creando con ello una situación extrema, que no sabemos a dónde nos llevará.
Esa es la responsabilidad actual de los dirigentes europeos, evitar que eso ocurra.