«In Memoriam» por Manuel Garrido.

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Manuel Garrido Domínguez.
Este mes de junio se cumplen 21 años del fallecimiento de la persona que más me ha marcado en mi vida, mi padre. Aún hoy tanto tiempo después me sigo sobrecogiendo cuando se me vienen a la memoria las trágicas escenas de aquella mañana del 24 de junio de 1991, creo que es algo que nunca superaré.

Nunca me había planteado, ni cuando tenía mi propio blog personal ni después, el escribir acerca de temas personales propios, creo que es algo que debe quedar para el ámbito particular, y cualquiera que haya vivido la misma situación que yo sentirá exactamente lo mismo por su familiar, no hay nada de especial. Pero independientemente del aspecto más personal, sí me apetece hablar sobre una faceta muy importante de su vida, quizás en su escala de valores estuviera lo primero por encima incluso de familia, como era la política.

En mi casa he convivido la política desde siempre, a pesar de que en mi adolescencia y mi juventud «pasaba» bastante del tema, desde siempre la política era como uno más de la familia. Recuerdo desde niño escucharle a mi padre que tenía muy buenos amigos comunistas o socialistas, que no tenía  nada que ver una cosa con la otra, las personas por delante de las ideas. Es más, creo que a él incluso le gustaba más hablar de política con alguien contrario a sus ideas que a uno con las mismas. Era capaz de mantener una conversación en un tono acalorado, haciendo una defensa de sus ideas a ultranza que parecía que se iba a pegar con el otro y terminar tomándose una cerveza juntos, de esas conversaciones se forjaba una amistad con la gente que con el paso de los años me lo han ido demostrando.

Siempre digo que mi padre me dejó dos legados muy importantes en mi vida. Uno el ser sevillista hasta la médula, el sentir esos colores como algo mucho más que propios, lo llevo a gala e intento impregnar también a mi hijo de ese sentimiento. Y el otro, que es el que viene al caso, que no importa cómo piense políticamente una persona para ser amigo tuyo, es perfectamente compatible, incluso saludable. Como decía antes, las personas por delante de las ideas políticas.

Mi padre hace más de veinte años que falleció, durante todo este tiempo, y sobre todo a raíz que yo también me involucré en política, muchos socialistas de Bonares me han hablado muy bien de él, de la amistad que compartían a pesar de las grandes diferencias ideológicas, Y, ojo, hablamos de otros tiempos, de unos momentos de la historia muy diferentes a los actuales, con mucho odio y muchas rencillas de tiempo atrás. Se me vienen a la cabeza muchos nombres de personas muy ligadas al PSOE que me han contado anécdotas, que me han hablado de la amistad que tenían con él, Manolo Avilés, Paco Infantes, José «el pringo», muchos,  prácticamente todos los que en aquella época estaban en política local y , sobre todo, Juan Coronel aún hoy cuando hablan conmigo me transmiten precisamente eso, que nunca fue un obstáculo las diferencias ideológicas para forjar una amistad y un respeto y cariño mutuo y eso, como decía anteriormente, en unos tiempos muy difíciles de la política local y nacional.

[pullquote]Recuerdo de niño aquellos trofeos colombinos en los que a mi padre le regalaban las entradas y nos sentábamos junto con los concejales, socialistas y populares, del Ayuntamiento de Huelva y parecía uno más de ellos, yo no sabía cuáles eran los suyos y los otros, a todos los saludaba y trataba igual.[/pullquote]

Más de veinte años han pasado desde el 24 de junio de 1991, y aún hoy me siguen hablando de lo mismo. En innumerables ocasiones me sucede que me encuentre a alguien en cualquier sitio y se me dirija para decirme que se acuerda mucho de mi padre, que su calidad humana y su carisma eran tan grande que era imposible no llevarte bien con él aunque se estuviera completamente en contra de sus ideas. Ese tipo de cosas es inevitable que me emocionen y me hagan sentirme muy orgulloso de él. Esa es la clase de política que viví en mi casa, eso me inculcaron, así me educaron.

Los tiempos han cambiado, las personas no somos las mismas, ni política ni humanamente le llego a mi padre ni a la suela de los zapatos, pero siempre he tenido muy en cuenta su huella, intentar no llevar al terreno personal nunca las disputas políticas. Es como dicen los futbolistas, lo que pasa en el campo que se quede en el campo.

Resulta una obviedad que no lo he conseguido, ni por asomo, y aunque piense que el sentirse enemigo hacia unas personas te hace más daño a tí mismo que por quienes lo sientes, no dejo de reconocer que es un fracaso personal importante. Es justamente eso lo que me hace replantearme más veces de las aconsejables el que el día que me aparte de éste mundillo está más cerca que lejos, quizás mi mundo, mi hábitat natural sea otro distinto a éste.

En éstos días que llevo de reflexión e incluso escribiendo éstas líneas tengo que reconocer que la actual clase política, (entre la que me incluyo aunque no viva de ella); estamos muy por debajo de aquellas generaciones anteriores, por más que nos creamos lo contrario. Le doy la razón a toda esa gente que a boca llena lo dicen todos los días. No sabemos enfrentar ideas y lo llevamos todo al terreno personal, y lo digo en forma de autocrítica.

En un pueblo tan pequeño y en el que vamos a coincidir a lo largo de la vida en muchas cosas, la política sólo ocupará una etapa de nuestra vida, el crear una enemistad irreconciliable sólo nos traerá problemas en el futuro, con la de vueltas que da la vida. Aquellas personas que estaban en política en unos años tan difíciles como los comienzos de la democracia y con muchos factores que los incitaban al enfrentamiento y que sin embargo tomaron el camino contrario, deben ser tomadas de ejemplo, porque realmente se lo merecen.

Me vais a permitir que, por una vez y sin que sirva de precedente, dedique estas insignificantes líneas a modo de homenaje a Manuel Garrido Cintado, mi padre.

Hasta la próxima. Suerte.