Página Negra.

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"pagina negra"

"Vivencias"
Raul Delgado G.

Un pueblo sin historia es un pueblo sin futuro, plano en el presente, desconocido en el pasado. Se interpreta según lo ganado o perdido, su suerte se juega en la taberna y a veces su sangre corre por sus calles. No todo es blanco, cuando la sombra fría se cuela por las puertas de las casas; no todo es risa cuando la hoja del cuchillo habla amenazante; no todo es plácido cuando la muerte espera en el banco de la plaza tarareando esa canción que una vez escuchada, resulta difícil ser plasmada.

Un pueblo, Bonares,  también con una página negra en su historia.  Bonariegos en Cuba, los que se fueron, los que se quedaron en mil ochocientos ochenta y ocho,  no olvidarán aquella mañana del día 17 de abril. Cuatro amigos, solo uno sabía el motivo. Una calle, Esperanza, curioso el destino y el nombre. Desconocido fue el motivo cuando uno de ellos abofeteó a otro, que al repeler el golpe, recibió de su agresor, otro más en la cabeza con un palo. Al caer el suelo, otro de sus amigos aprovecho su indefensión y lo apuñaló en el vientre. Falleció la víctima a los cuatro días. Fueron detenidos los autores, juzgados y  sentenciados por la Audiencia de Huelva.

No entiende la hora señalada de momentos ni días, clases sociales o lugares. Bien lo supieron los familiares de aquella señora mayor fallecida en mil novecientos doce.  Escenario su vivienda,  sus asesinos, uno de su misma tierra, el otro  de un poco más lejos. Ambos la  arrojaron al suelo y tras quitarle la vida seccionándole el cuello con unas tijeras, se dedicaron al robo de sus pertenencias.

Una palabra, un hecho, un gesto, una mirada, todo puede encender la chispa, el principio del fin, siempre queda la duda, el saber que pasó realmente en mil novecientos dieciocho,  para que aquel señor entrara en el domicilio de su vecino, ciego de nacimiento,  con la intención de agredirle, pero con la mala fortuna que este último, mató al primero de un golpe en la cabeza, con la tranca de cerrar la puerta.

Cuando lo mas inocente se vuelve mortal, cuando de la risa se pasa a la tristeza,  todo pasa en un segundo. En mil novecientos veintitrés, una broma macabra tiñó de luto el pueblo. Una taberna como triste escenario, tres amigos que se encuentran, dos que quieren gastarle una broma al tercero, le agarran las piernas para derribar a este último,  obligándole a caer al suelo. Falleció en el momento del golpe.

Sin nombres que dar, sin mas que informar lo que escrito se dejó para contar y ni la tinta envenenada ni nadie puedo callar,  porque si se callase el ruido tal vez nada volvería a ser lo que fue, porque todo se quedó en la propia historia. El tiempo pasa página, vendrán otras vidas, todo quedó, todo pasó.