DESDE GALILEA
Me pide mi amigo Cristóbal Domínguez, que escriba algo sobre la Semana Santa. Como buen amigo se interesa por mí y me pregunta como sigo. Hace unos días he cumplido 82 años y el día 13 de Abril 58 de Sacerdote. Me encuentro feliz y contento como padre Espiritual de estos cuarenta muchachos que preparamos para futuros misioneros. No me puedo negar a lo que me pide para mi pueblo y yo, pobre, como siempre doy lo que tengo y hablaré de lo que vivo.
Cuando subo en territorio Jordano a la colina llamada Ras Siyagha a la falda del Monte Nebo, en donde Moisés pudo contemplar la tierra prometida y murió (Dt.32,49). Verdaderamente es un balcón que Dios dispuso para que no solo Moisés pudiera contemplar esta Tierra, sino todo el que se acerque. Desde allí vemos: el Mar Muerto a los pies del monte, el Valle del Jordán, el Desierto de Judea al otro lado del Valle, Jericó, la altura de los montes de Samaría y tirando mucho, hasta el Monte de los Olivos si te coge un día claro. Por allí entró el pueblo Israel y por fin, dejada la esclavitud de Egipto con los duros y pesados cuarenta años del desierto, pisaron la explanada de Jericó, se sintieron libres y pudieron gritar ¡LIBERTAD!. ¿Por qué digo esto? Porque en esa explanada de Jericó que de aquí contemplo, se celebró la PRIMERA PASCUA. Esta celebración nunca dejó de celebrase en el pueblo de Israel cada año. Jesús la celebraba en familia según lo mandado hasta esa última que celebró con los apóstoles. La era Mesiánica tiene su cumbre en esta celebración. Así Jesús la había querido inaugurar ardientemente: “Con ansia he deseado comer esta PASCUA con vosotros antes de padecer”…(Luc.22,15).
Definitivamente quedó instaurada, con Jesús, la verdadera PASCUA en la nueva creación de la era mesiánica. Ahora comprenderían los oyentes de Jesús, lo que antes no entendían: “mi carne es verdadera comida, mi sangre verdadera bebida…”. En una ocasión al oír esto la muchedumbre le abandona como diciendo: este está loco, ¿cómo nos lo vamos a comer?, ¿por donde empezamos?. Decían: “Es duro este lenguaje ¿Quién puede escucharlo?…Desde entonces muchos se volvieron atrás y no andaba con él”… Se quedó solo con los doce y les pregunta: ¿Vosotros no os marcháis?. ¿Donde vamos a ir? le dice Pedro: “tú tienes palabras de vida eterna”…( Jn.6,45ss)
Esta Fiesta, decimos, es el DÍA que hizo el Señor repetido cada domingo y preparado desde antes de Navidad con lo que llamamos Adviento, hasta llegar después de la Cuaresma a la semana inmediata que llamamos SANTA. Toda la semana es preparación de la PASCUA comenzando con la entrada triunfante de Jesús en Jerusalén.
Aquí repetimos cada año con miles de personas esta escena, en Jerusalén bajando como entonces, desde el Monte de los Olivos con palmas y ramajes de olivos y con la misma “algarabía” de gritos y cantos, guitarras e instrumentos y (todo, lo menos parecido a una procesión nuestra). Todo improvisado como entonces, y ahora, sin Jesús cabalgando y ni siquiera una Imagen procesional como tantas que tenemos nosotros y con más de una lengua gritando en todos los idiomas al Bendito Hijo de David al que viene en nombre del Señor ¡Hosanna! hasta bajar y entrar por la misma puerta de la muralla por la que entró El. Todo distinto de la Semana Santa en la que nuestro pueblo cristiano ha hecho realidad visible todo el dolor de una Madre y la dureza de la Pasión de aquel Hijo que se ofreció LIBREMENTE a morir: “Muriendo destruyó nuestra muerte, Resucitando restauró nuestra vida”.(Pref Pasc.).
Permitidme que haga una pequeña explicación, porque sin ella esto no se entiende: Dios, autor de la creación, crea al hombre ADÁN y lo hace LIBRE ante la VIDA que es Dios, o la MUERTE que es todo lo que no sea Dios. El infeliz ADÄN se deja engañar por la ya engañada EVA, su mujer y escoge la muerte. Dios, no quiere la muerte para el hombre porque lo hizo semejante a Él que es la VIDA y hace de nuevo una Alianza con el hombre para que pueda recobrar esa VIDA que perdió y que quiso para él, quién lo creó a su semejanza. Esta alianza se desarrolla en muchos siglos y se repite con diversos personajes: Noé, Abrahán, Moisés, David… sacando al hombre de la esclavitud constantemente y anunciando una nueva creación con un nuevo ADÁN, porque ha ido viendo que restaurar la primera creación es imposible, esta caída no tiene remedio. Habría que quitarle la libertad al hombre. ¡ESO NUNCA! y todos nacemos con el sello del primer Adán:“…pecador me concibió mi madre…” (Sal. 50). ¿Como crear otro Adán nacido de pecadores y que de nuevo le falle?. Entonces idea y va anunciando por los profetas una nueva creación y prepara un seno virginal que engendre al nuevo Adán y este será su propio Hijo, que de seguro no le fallará. “Engendrado, no creado, de la misma naturaleza que el Padre”. (dice el Credo). Y “La Palabra de Dios se hizo carne y puso su Morada entre nosotros”.(Jn 1,14) En todo igual a nosotros menos en el pecado, dirá San Pablo. Se resistirá, como cualquiera de nosotros: “No quiero, Padre, pero que se haga lo que tú quieres”. Un Adán distinto porque lo hace sin perder la LIBERTAD:“Mi vida no me la quita nadie, la doy yo”. Por eso Dios elige el día de la PASCUA judía para culminar la NUEVA CREACIÓN. Repito: Que “Muriendo destruyó nuestra MUERTE, RESUCITANDO restauró nuestra VIDA”.
Por eso en nuestra SEMANA SANTA recordamos tan bellamente esa muerte, ese dolor de esa Madre: “Mirad los que pasáis por el camino SI HAY DOLOR COMO MI DOLOR”. ¡CUANTA BELLEZA! Todos esos días por nuestras calles. Pero no nos podemos quedar contemplando sólo el dolor. Todo ese dolor fue previsto por Dios para que en la RESURRECCIÓN quedase definitivamente restaurada la VIDA culminando así la NUEVA CREACIÓN, que había comenzado con el anuncio de Nazaret.
Es curioso que la primera palabra que se pronuncia en la nueva creación no es como en la primera “HÁGASE” y se hizo, sino ALÉGRATE María. Por eso aquel que crea y manifieste su FE en la nueva creación celebrará con verdadero deseo y alegría la LIBERTAD y la VIDA, celebrando la PASCUA y comiendo del PAN de la VIDA. Es un día que se repite 50 días y que al final de los 50 días (Pentecostés), nosotros vamos al Rocío con esa palabra de“alégrate” ¿Quien va triste al Rocío? ¿Tienen o no sentido todo lo que se canta esos días y toda la alegría que se respira? Allí vamos para decirle a la Virgen: ¡Gracias Madre! porque dijiste; “HÁGASE EN MÍ SEGÚN TU PALABRA” y de Ella también aprendió el Hijo a decir: ¡HÁGASE PADRE LO QUE TU QUIERES!. El cristiano ha querido repetir esa PASCUA cada semana. Ya no será la PASCUA judía que repiten en el “Shabát” de la primera creación, que el pueblo Judío sigue conservando cada semana. En adelante será el “Domingo”, que significa el día que el Señor hizo culminar la NUEVA CREACIÓN.
PASCUA significa PASO. Ese día, no es una conmemoración o aniversario. En ese día cada año PASA el Señor dando la oportunidad de recobrar la verdadera VIDA y la LIBERTAD si hemos entrado libremente en alguna esclavitud. Yo siempre me pregunto: ¿Será mi última PASCUA?. Digo también:“Que se haga, Padre, lo que tu quieras”.
DESDE GALILEA
Antonio Martín Carrasco
Sacerdote de Bonares