Hoy, 09 de Diciembre, aun con el calor y el olor del fuego purificador de las candelas del Domingo del largo fin de semana pasado en Zalamea la Real, comienzo a escribir un artículo para celebrar la Navidad, cuyo espíritu benefactor inunda ya nuestros corazones, nuestras almas y nuestras ciudades.
Es hora de ir empezando a decorar nuestro hogar, de revivir nuestras Tradiciones, de preparar en los corazones de los creyentes la venida del Niño-Dios que nace cada día en nosotros, de compartir la alegría y la ilusión con los críos y también, en muchos casos, las penas y añoranzas con los adultos pues el sabor de este tiempo es agridulce ya que la nostalgia, la tristeza y los recuerdos hacen acto de presencia cuando pensamos en los seres queridos que ya no están, en los sitios vacíos de nuestras mesas en la cena navideña que, gracias al ciclo de la vida, en muchos hogares han sido ocupados por nuevos seres que compensarán dulcemente la falta de los ausentes, cuyos recuerdos, guardados en un rincón de nuestras almas, nos acompañarán por siempre, hasta que nosotros nos vayamos.
Es también la mirada ilusionada de un niño ante los foráneos Papá Noel y el Árbol de Navidad y ante nuestros tradicionales Belenes de siempre. Días mágicos, alegres, maravillosos, para ellos y para sus familiares, con las calles y comercios decorados, las vacaciones, los villancicos familiares y de los campanilleros, la Noche Vieja y sus cotillones, el Año Nuevo con sus deseos de felicidad, la Cabalgata de los Reyes Magos llena de regalos infantiles, el calor del hogar… Es Pascuas. Es Paso. El ciclo de la vida que no se detiene. Caminemos hacia la alborada iluminados por la Estrella de Belén donde nos espera el Gran Alfarero, que romperá el barro reseco de nuestra vida para reconstruir un vaso nuevo, una Vida nueva, donde la paz, el amor, el trabajo y la solidaridad serán valores que inundarán a manos llenas nuestras almas y formaremos una sociedad donde por fin reinará la justicia.
Hoy escribo dos Sonetos relativos a estas entrañables Fiestas. Os deseo a todos una Feliz Navidad y un Nuevo Año lleno de venturas.
Navidad, calor en el corazón
y amor y paz para tus semejantes,
recuerdo de los que han partido antes,
miradas infantiles de ilusión.
De los mortales, Dios, ten compasión,
que con tu Navidad seamos constantes,
que con tu esperanza Tú nos alcances
si equivocamos nuestra dirección.
Haznos justos a partir de estos días,
que se marche muy lejos la injusticia,
llena nuestras manos si están vacías.
La sonrisa de un niño, una caricia,
junta las dos, dos bellas melodías
que nos hagan odiar nuestra avaricia.
Alegre y deprimido en Navidad,
sentimientos encontrados, muy adentro,
enfrentados en el pecho, en el centro,
como un Epulón y la Caridad.
De buenos deseos y santidad,
repleto quiero acudir al encuentro,
en la felicidad yo me concentro,
más siempre se impone la realidad.
Cuantos recuerdos de otras Navidades,
gente que se marchó, gente que llega,
supliendo con sus risas soledades.
El corazón partido en dos mitades,
la una seca reseca, la otra, el agua anega,
para mojar de amor las dos edades.