Dicen que anoche, en el patio de butacas, tan sólo una de ellas estaba ocupada. Un viejo señor, contemplaba toda la película. Allí, solo, disfrutaba como lo hacía en su juventud, en ese Teatro Cine Colón o en aquel de verano al aire libre.
Dicen que aquella película en blanco y negro, era su preferida, que tenía el guión perfecto para las tardes de invierno, en las que junto a un brasero de picón, iba repasando todo su guión.
Dicen que no fue galán de cine, pero eso no importaba, porque ese, el cine, fue su pasión. Amante del séptimo arte, coleccionista de cientos de pequeños carteles de películas; de viejas entradas y de arrugados pero bien conservados, recortes de prensa. El cine era su vida porque su vida era el cine.
Dicen que en su casa, aquella que fuera el viejo Casino La Canasta, lugar de baile y reunión, bien podía haber sido un plató de cine, porque entre aquellas cuatro paredes, había de todo para muchos guiones, para una historia local o para un éxito internacional.
Así era su mundo, el cine, dicen que hasta probó fortuna, con poco éxito, en el rodaje de Soledad, aprovechando su paso por Bonares, pero poco más llegó a ser, que un extra como otros.
Dicen que ahora, se ha marchado a ese mundo, su mundo, de cine y fantasía, de acción y emoción. Dicen, que esa noche, sólo se vendió una entrada, la suya, porque esa noche, por una vez, quiso ser, el protagonista de su vida.
Un abrazo Angelillo, gracias por todo, por ayudarnos con nuestro libro y por compartir con nosotros, esos momentos de cine, de tu cine, ese que con tanto cariño y ese brillo en los ojos, solo podría contar alguien, que siempre fue el protagonista de una historia interminable.
Raúl Delgado.