Comienzo con este artículo mi colaboración con Bonares Digital, agradeciendo de antemano a su administrador la invitación que me hace y que acepto encantado y a tod@s vosotr@s que dedicáis un poco de vuestro tiempo a leer mis reflexiones. Allá vamos.
Uno ve con el alboroto y la algarabía que el PSOE ha celebrado los resultados electorales de las autonómicas y se le viene a la cabeza los realitys del tipo Gran Hermano, cuando al expulsar a uno de los concursantes éste lo celebra con efusividad, y tú sorprendido de todo piensas «acaba de perder la posibilidad de ganar 50 millones de pesetas ¿y lo celebra así?…, ¿y los que se quedan lo hacen tristes?, ¿pero no era un concurso?».
Algo parecido ha ocurrido en las elecciones andaluzas, el partido que pierde varios cientos de miles de votos, que por primera vez pierde unas elecciones en nuestra región, que se deja en el camino la friolera de ¡nueve! escaños lo celebra como si hubieran arrasado en las urnas como en otros tiempos. Y no sólo eso, sino que encima lo adornan con frases triunfales del tipo «no han podido con nosotros», «los andaluces nos han vuelto a dar su confianza», y entonces es cuando uno no termina de comprender nada.
Las urnas no han dado mayoría de gobierno a Javier Arenas y al Partido Popular, es cierto, pero no es menos cierto que las mismas urnas han derrotado a Griñán y al partido socialista, las urnas han dicho que NO lo quieren de presidente, y ojo al dato, puede volver a serlo por segunda legislatura sin haber ganado NUNCA unas elecciones.
Seamos realistas, las elecciones han sido un castigo a los dos partidos mayoritarios, a cada uno por un motivo distinto, pero el descontento general entre la ciudadanía con la clase política es evidente, incluso puede que existan razones para ello, pero no hay que olvidar que a ésta clase política actual les está tocando en suerte lidiar con una de las crisis económicas más duras de toda la historia, pero el hartazgo general es de campeonato y se ha demostrado en éstas elecciones. Aún así, parece que no queremos escuchar lo que las urnas nos han dicho.
El Partido Popular se ha dejado en el camino un gran número de votos que tuvo en las generales de noviembre, los ha perdido claramente por el miedo que se le ha metido malintencionadamente al electorado con las medidas tomadas por el gobierno central, y ahora muchos podemos caer en la tentación de pensar que porqué no se esperó a que pasaran las elecciones para tomar medidas impopulares.
La respuesta está en que los dirigentes del Partido Popular han antepuesto la honestidad, el sentido de la responsabilidad, aún a riesgo de perder votos en las elecciones andaluzas y asturianas, y yo, que quieren que les diga, me siento orgulloso de pertenecer a un partido así, que antepone los intereses generales a los suyos propios, no hay nada más generoso que eso y los ciudadanos y ciudadanas de éste país más tarde o más temprano lo valorarán. Lo bueno de todo es que esos votantes que nos han faltado han preferido quedarse en casa antes de volver a votar al PSOE, quizás los hayan perdido para siempre.
El panorama que se nos presenta no es para nada sencillo, un partido minoritario decidirá qué tipo de políticas se aplican, es decir, ese partido «mandará» en nuestra comunidad, no va a tardar mucho tiempo en que los socialistas se den cuenta de que aún siguiendo en el poder, nada será como antes y ojo que la situación económica de la Junta parece ser que está a punto de explotar con una ristra de proveedores a los que se le debe muchísimo dinero y no van a aguantar mucho. No me cabe duda de que si el Partido Popular hubiese conseguido una mayoría de gobierno el 25 de Marzo, antes incluso de la toma de posesión, se hubiesen acelerado los acontecimientos y se le culparía de todos los males, tal y como ha sucedido con el gobierno central al que no es que no le hayan dado los cien días de gracia que se le da a todo nuevo gobierno, es que no se le dió ni una semana.
En clave local éstas elecciones han sido la constatación de que las cosas de un tiempo a esta parte están cambiando, y me apoyo en varios datos para sostener tal afirmación. Para empezar el electorado poco a poco va dejando de ser tan rígido, si miramos los resultados de elecciones anteriores a 2010, los resultados eran calcados independientemente de si se votaba en clave local, nacional o autonómico. Ahora no, los porcentajes de abstención, de pérdida de votos del PSOE con respecto a las últimas elecciones autonómicas de 2008 y la pérdida de votos del Partido Popular con respecto a las pasadas generales de noviembre son justo los mismos que se han dado en el resto de Andalucía, punto porcentual arriba o abajo. Ese es un dato muy positivo en mi opinión, cada vez hay menos personas «cautivas» de su voto y te puedes encontrar con suma facilidad gente que votan una vez una opción y en la siguiente otra distinta, dependiendo de lo que le interese en cada momento.
Después de pasado el tsunami azul provocado por el caos en el que nos tuvo metidos el anterior gobierno de Zapatero, el panorama ha cambiado, las elecciones de noviembre supusieron un antes y después modificándose los porcentajes históricos de cada partido. Si valoramos los nuevos números nos encontramos con que el PP en Bonares ha elevado su suelo de votos a más de mil y la diferencia con el partido socialista que históricamente estaba por encima de los 1.200 votos se ha reducido a la mitad, esos datos y alguna que otra consideración más son señales de que en unas hipotéticas municipales las distancias son cada vez más cortas.
Cada cual valora las cosas dependiendo del cristal con qué lo mire, uno siempre intenta ver las cosas con cierto realismo, aunque es complicado estando metido de lleno en un partido, y a lo que no hay que renunciar nunca es a hacer autocrítica y escuchar a las urnas con humildad. El marear las cifras, los datos una vez tomando como referencia los porcentajes, otra vez el número de votos, en otra ocasión comparando comicios distintos, todo ello buscando autocomplacencia sólo engaña a quién lo hace y es más que posible que se termine pagando esa arrogancia.
Hace unas semanas le preguntaron a Felipe González de qué se arrepentía de su etapa de político en activo, y la respuesta fue significativa, respondió que una de las cosas de lo que se arrepiente y si el tiempo volviese atrás no haría de nuevo fue infravalorar a su adversario político, menospreciar sus posibilidades de ganar. Con lo crueles que son las hemerotecas, hay que ser respetuoso con lo que se dice y cómo se dice, si no, se corre el riesgo que quizás algún día se te vuelva todo en contra. Hasta la próxima, Suerte.
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